Me he planteado muchas veces escribir un decálogo de normas sobre cómo llevar una vermicompostera. Mis razones para no hacer se resumen en que estoy seguro que me pasaré de diez y otro motivo es que no sé lo suficiente. Así que he decidido escribir una serie de consejos sobre lo que he descubierto en mis circunstancias con la vermicompostera con la esperanza de que os puedan resultar útiles.
- A las lombrices les gusta la temperatura estable, sin cambios bruscos, humedad constante y sin sobresaltos. (Son como mi abuelo.)
- Les gustan los sitios oscuros y tranquilos. (Son como un niño rata.)
- Se adecuan al espacio del que disponen. Según el espacio y la comida.
- Ellas vienen del bosque, de suelos donde comen restos vegetales de hojas en descomposición. El hecho de que coman restos de la cocina es una excepción, no una norma. Teniendo esto en cuenta, aprovechamos que comen piel de plátano, que les gusta el calabacín o la manzana, pero no puede ser lo principal de su dieta. Usamos estos desperdicios para las lombrices porque pueden, no porque sea un básico en su dieta.
- Es altamente recomendable ir mezclando restos de cocina con restos vegetales y algo de cartón o celulosa lo menos procesada posible. De esta manera compensamos los restos de la cocina que les ponemos. Hay quien recomienda revolver el cajón de vez en cuando, pero yo no lo recomiendo. Prefiero el método «lasaña» de ir añadiendo capas sin tocar lo de abajo para no molestarlas.
- El mejor indicador de que todo está bien es el olor. Si huele a nada [bosque, fresco, húmedo o semejantes], vamos bien. Si huele fatal, hemos metido la pata. (Abstenerse pacientes COVID sin olfato). Las vermis, si está todo bien y no cometemos errores, no huelen mal. Nosotros tenemos una en la cocina desde hace un año y NO HUELE MAL.
- Nuestra vermi tiene mosquitas o algo parecido, no sé lo que son. En nuestra experiencia, a las lombrices no les molesta y quizá nazca una cada dos días. Cuando abrimos la tapa al cabo de un par de semanas salen volando una docena. Aunque sea incómodo porque te chocan en la cara, no hacen mucho daño. (Las arañas de la casa lo agradecerán)
- Empezamos poniendo el mismo volumen de comida (sumando restos de cocina, celulosa y restos vegetales) que de lombrices. Hay que tener en cuenta que en muchos casos si se compra una vermicompostera, ésta incluye fibra de coco, lo cual también es alimento para las lumis. Hay que diferenciar que no es lo mismo volumen y que masa, es decir, lo que ocupa, no lo que pesa.
- Puede ocurrir que en algún momento tengamos restos de cocina que se pueden echar a la vermicompostera, pero se duda. Porque la vermi tiene restos de comida no procesados por las lombrices. En ese caso es mejor no echar esos restos de cocina. Si se duda es porque se cree que podría ser demasiado, por lo que es demasiado. Hay que pensar siempre que esto es para reducir un poco los restos de la cocina, no para eliminarlos del todo. Si se puede aprovechar para sacar algo de abono, pues genial, pero no debemos pasarnos.
- En caso de echarse demasiada comida, la vermicompostera olerá mal. Eso no sería lo peor, el problema real es que eso indica que el entorno se ha vuelto ácido para las lombrices y que proliferan las bacterias anaeróbicas. Éstas son las que provocan el mal olor. En caso de habernos pasado un poco, se puede compensar con cartón que no tengan tintes y algo de restos vegetales. Esto nos ayudaría a compensar el exceso de algún elemento.
Para no hacer el post excesivamente largo, continuaremos con más consejos en la siguiente entrega. Podéis aprovechar para hacernos llegar alguna duda y daremos la información desde nuestra experiencia.